Anda, ¡hola!

¿Cómo tú por aquí? 
¡Cuánto tiempo! 
Jo, tengo muchas cosas nuevas que contarte. Sí, sí. 
El otro día, el martes 10 de septiembre, tuve mi primera clase de Música en Primaria con nuestro nuevo profe, Tomás. Estaba bastante desmotivada y asustada, ya sabes que pese a ser una melómana en toda regla, estudiar y practicar música no es lo mío. Llevo estancada con la guitarra mucho tiempo, y ahí sigo, sin que me salga el Fa con cejilla de seguido. 
Pero fue una clase super interesante, para qué mentirnos. 
Empezamos jugando al pasapalmada. ¿A que suena divertido? Pues hacerlo es mil veces mejor. Lo que hicimos fue salir por grupos grandes al centro del aula, colocarnos en un círculo en el que todos nos viésemos las caras, y comenzar a jugar. La idea era pasar como una onda energética a través de una palmada o un pisotón en el suelo. Si querías cambiar el sentido, la palmada o el pisotón era doble. Y si, en cambio, querías evitar recibir tu turno con la palmada te agachabas y le pasaba el turno a tu compañero, y con el pisotón saltabas. Parece fácil y dirás, jo tía, vaya tontería hacéis en clase. Pues para nada es así. Tienes que estar sumamente concentrado para seguir el hilo de por dónde va el turno, para entender cuándo te han quitado el turno, cuando ha cambiado el sentido, etc. Y lo más importante, tenías que prestar mucha atención "al director de orquesta". Es decir, la persona que controlaba el juego. Al principio fue el profe, pero luego le cedió el puesto a un compañero cosa que me pareció super positiva, para darnos la oportunidad de empezar a dirigir actividades, y para ver otras formas de dirigir.
 La atención hacia el "director de orquesta" es sumamente importante, porque puede cambiar el sentido, el turno y las reglas en cualquier momento, y tienes que estar preparado para captarlo y no fallar. Y con esto se trabaja el respeto y la autoridad del profe o la figura que lo represente, que es la encargada de controlar la actividad, Y por supuesto, durante todo el juego también se trabajaba el ritmo, la coordinación, el movimiento, la postura, etc. Vaya, un juego sumamente completo. 

Después trabajamos un poco la voz. Y digo un poco porque la vergüenza generalizada entre todos los alumnos parecía habernos enmudecido por completo. Pese a ello, el profe forzó la máquina y poco a poco los susurros se hicieron una voz unitaria (tanto como nuestra inexperiencia nos permitía) para cantar el "Yin, yan" o algo así. Era una letra un poco inusual, pero esa era la idea. Cuanto más absurda fuese menos miedo nos daría cantarla. 
Aunque me asusté demasiado sólo de pensar que en cualquier momento me sacaría a cantar sola y encima yo tenía un resfriado ese día tan maravillosamente horrible, que pensé que era la peor actividad del mundo. Aunque después, al reflexionarlo con Tomás, me di cuenta que la vergüenza es algo intrínseco a nosotros y a ese momento, pero que trabajándola día a día, cada vez pesará menos. Además, haber empezado ya el primer día cantando, hace que dentro de un tiempo cantar en clase sea algo tan natural como poco asustadizo. 

Por último, la clase acabó, quizás con la actividad que más me gustó de todas. Se trataba de hacer percusión con todo tu cuerpo, intentando coordinarnos todo el grupo. Dios, me encantó. Me pareció super divertido e interesante. Soy bastante arrítmica (excepto cuando bailo), pero al conectar con todos mis compañeros, después de fallar unas cuantas veces, por supuesto, la cosa parecía que salía sola. Me pareció, además, una idea super sencilla y divertida para trabajar ritmos, coordinación y la psicomotricidad entre los alumnos. 

En resumen, esa fue toda nuestra clase. ¿Muy completa, verdad? Te dije que merecía la pena que te lo contase. Y no te preocupes, te escribiré dentro de poco para contarte más cosas que hagamos. 

Cuídate.

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