2a carta...

Buenas tardes,

llevaba una semana sin escribirte y ya tengo muchas cosas que contarte. Siéntate y ponte algo de música de fondo, así interiorizarás mejor mis palabras. Te dejo una recomendación que a mí me tiene enamorada:


El martes pasado volvimos al aula de música. Y empezamos con una dinámica que me parece genial para desperezarnos, meternos en el ambiente de clase y además practicar nuestro ritmo, pulso y concentración. La actividad fue como la de la clase anterior, se trataba de hacer percusión corporal, es decir con nuestro propio cuerpo, sin ningún otro instrumento. Aunque ese día nos complicó más la tarea, creando una serie un poco más difícil. Aún así, pese al tremendo jaleo del principio en el que todos intentábamos memorizarlo, poco a poco nos fuimos haciendo en la mecánica.

La siguiente actividad fue la indicada para sumergirnos aún más en la idea de la orquesta, de hecho consistía en dirigir una orquesta. Todos los alumnos éramos los intérpretes y, al empezar, el profe nuestro director. "¿Intérpretes? ¿De qué? ¿Con qué instrumentos?", te preguntarás. ¡Ay! Si yo te contase lo fácil que es crear una orquesta con tu clase sin necesidad de mucha teoría o técnica. Pues mira, bien fácil. Se establecieron tres grupos y a cada uno de ellos su respectiva palabra, digamos que era su instrumento, y con las manos aumentábamos su intensidad o la disminuíamos.

Pero no te creas que acaba ahí la cosa, era más que necesario la figura del director, pues él o ella es el encargado de crear una armonía entre los tres grupos, variar la intensidad, crear un hilo conductor entre unos y otros... Recordarás de mi última carta que la figura del director es sumamente importante, pues sin él se da el caos. Es el encargado de saludar al público, hacer que toda la orquesta comience y fluya debidamente, así como de despedirse.

La siguiente actividad me pareció la mar de divertida la verdad. Consistía en reunir a cinco personas y sentarlas en una silla. A cada uno se le otorgaba un número, que sería el número de veces que deberían golpear sus piernas antes de dar una palmada. Una vez que cada uno tenía su nombre el profe o director de la actividad iría señalando a cada persona para que hiciese su serie de golpes y palmada, y el resultado era increíble. Así, el director era capaz de crear ritmos musicales a través de la participación de los alumnos. Se trabajaba la atención, la escucha, la paciencia, la percusión y la rítmica, así como se ejerce a su vez un rol de liderazgo por parte del profesor y/o director y se trabaja la responsabilidad de hacerlo bien en los alumnos. Además, era super divertido hacerlo, porque tus compañeros se convierten en tus herramientas para dar rienda suelta a tu creatividad y crear una divertida pieza. Me encantó.

Para que conectes con la última parte que te voy a contar (mi favorita) necesito que escuches de fondo un par de canciones:


El caso, es que para cerrar la clase vino una actividad que a mí me encantó... ¡Era hora de bailar!
Sí, sí, como te lo cuento, nos tocó bailar. Pero nada de perreo intenso de ese, bailamos como señores de bien. Aprendimos un par de pasos y sacamos nuestra torpeza a la luz. Fuimos bailando por grupos sin saber muy bien la canción e improvisando el ritmo (y a veces los pasos, ups) para que después un par de compañeras nos guiasen en la actividad.

Fue un poco lioso al principio, pero qué quieres que te diga, me encantó y lo disfruté muchísimo.

Ojalá me acompañases en estas clases, pero por el momento seguiré escribiéndote cada semana para irte contando toooodo lo que hacemos.

Espero que estés bien, ¿qué es de tu vida? Prometo escribirte pronto, un beso.



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