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Hola,

llego tarde, lo sé. Están sucediendo muchos inconvenientes en mi familia que ojalá no se estuviesen dando. Pero bueno, son temas personales y tampoco creo que esta sea la forma de tratarlos, sólo quería ponerte en contexto.

El caso es que, el martes pasado, no pude acudir a la clase de música. Yaaa, tía, vaya pena. Pero bueno, no te preocupes, he preguntado a una amiga de mi clase, Cristina López Sotos, y la verdad que ha sido un encanto porque me ha contado todo lo que hicieron. Así que no te desanimes, que traigo tu dosis semanal de anécdotas de mis clases, aunque yo esta semana no haya podido disfrutarla en primera persona.

Al parecer, comenzaron la clase hablando sobre las orquestas y los dos tipos que hay, la filarmónica y la sinfónica. Sí, sí. Eso que coloquialmente llamamos por cualquiera de los dos nombres sin preocupación no hace referencia a lo mismo. La orquesta sinfónica es aquella que es municipal, es decir, de ámbito público. Los intérpretes y el director de orquesta son funcionario público que ha aprobado previamente unas oposiciones para entrar. En cambio, la orquesta filarmónica es de carácter privado, lo que supone que para entrar habrá otro tipo de pruebas de acceso, los fondos no provienen del Estado sino que se autogestionan ellos, etc.
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¿Y sabes cuál es una pieza clave para que toda esa masa de gente e instrumentos haga un concierto perfecto? Pues una cosa bien pequeñita... ¡el diapasón!

Bueno, no del todo. El oboe también sirve para afinar instrumentos, ya que, al resistir tan bien a los cambios de temperatura y presión, no se desafina con facilidad, lo que hace que siempre se pueda recurrir a él en caso de apuros.

Pero nuestra arma infalible siempre será el diapasón. Pero que no te engañe este pequeño y aparentemente sencillo objeto. Tiene su técnica para poder emplearlo bien. Para ello, debes sujetarlo por el mango con tus dedos índice y pulgar, y las barras salientes debes golpearlas contra alguna superficie, de esta manera vibrarán y el sonido que emita es siempre el mismo: la nota La.
¡Pruébalo un día! De hecho, una actividad muy divertida para ver su efecto es que, en parejas, uno golpee el diapasón y, en la vibración, colocárselo en la cabeza al compañero, para que sienta la nota dentro y la pueda escuchar de otra manera, ¡es muy curioso!, ¿a que sí?

Y si intentamos llevar la orquesta a nuestra propia clase, nos podemos dar cuenta de la de instrumentos menos conocidos con los que podemos hacer divertidas actividades, como el kazoo, los tubófonos de colores e incluso, ¡con vasos de agua! Que de cosas podemos crear con ellos, ¿verdad?

¡Qué de cosas seguimos aprendiendo!

Bueno, espero escribirte pronto, un beso.


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